Cuenta la historia que, en la provincia de Camaná (valle costeño al sur del Perú); hace muchos años existían un sin fin de aves, gracias a las inmensas bondades de la naturaleza que se extendió en este vallecito hermoso de abundante verdor y abundante agua de sus ríos que bañan la fecunda tierra y descansan en su esplendoroso mar.
En aquél entonces vivía un pájaro muy parecido al Pelícano, de color pardo; que existía en el litoral peruano en las costas del sur del pacífico. Este curioso pájaro llamado por los naturales “Camanay”; vivió por muchos años en nuestras costas.
Un día hizo su aparición por estas tierras Inca Roca, hijo del gran soberano el Inca Capac Yupanqui “Hijo del sol” quien envió a quien sería luego su sucesor a visitar sus dominio en la parte sur del Tahuantinsuyo, y lo acompañaban en esta travesía, un séquito conformado por curacas y guerreros. Al observar Inca Roca la belleza del valle, le dijo a su gente:
-Descansaremos aquí, este lugar es muy hermoso y acogedor.-
Tal decisión causó tanto agrado en su gente por el cansancio que los aquejaba, exclamando emocionado uno de sus guerreros:
-¡Viva Inca Roca!
Toda su gente a viva voz gritaron llenos de júbilo.
-¡Viva Inca Roca!
-Esperaremos que caiga el sol y continuaremos-
musitó muy sereno, el hijo del soberano Capac Yupanqui.
Caminaron un trayecto corto para explorar el lugar y al observar el mar; quedaron fascinados por su belleza y decidieron allí acampar.
Inca Roca, muy cansado por la larga caminata y el calor que hacia, al sentirse atraído por la hermosura de la playa, no dudó de refrescarse en ella y se introdujo al mar ante la mirada de diferentes avecillas que curiosamente se acercaban para admirar tan ilustre visitante.
La curiosidad era grande; allí se alimentaban todos los animales; las gaviotas dejaron de pescar y bajaban del cielo para nadar cerca del Inca, hacían lo propio los lobos marinos y otras avecillas que,
revoloteaban alrededor, también “Las machas” y un sinnúmeros de
mariscos se abría como alfombras cuando Inca Roca caminaba sobre la arena.
Algunos personajes de su séquito y guerreros; (quienes también disfrutaban del mar) lo escoltaban evitando la cercanía de los animalitos y no sea molestado el Inca.
Advirtiendo todo esto a una cierta distancia; una manada de “Camanayes”, (comandados por un líder), se acercaron y con sonidos que emitían de sus picos, pidieron a los demás animales (con mucho respeto), que no incomodaran a Inca Roca; procediendo los animalitos a obedecer retirándose a unos metros de distancia. Al observar el gesto oportuno de los “Camanayes”, Inca Roca levantando la mano y esbozando una sonrisa agradeció a los atentos y oportunos animalitos.
Toda la mañana disfrutaron de la frescura y del vaivén de “los tumbos” del mar que entraban y salían sin descanso y con sus blancas y espumosas olas acariciaban a aquellos hombres que parecían Dioses.
Los rayos del astro rey caían con vehemencia contrastando la escena del delicioso líquido, que refrescaba del calor al hijo del Inca disipando su cansancio.
Las horas pasaron rápidamente y el Inca afligido por el hambre;
dijo a su séquito:
-¡Tengo hambre y sed…!
Busquen alimento…!
¡Así será..!
Contestó el más viejo de su séquito; y comunicaron a los guerreros.
Al recibir la orden; los guerreros salieron del líquido elemento, cogieron sus armas y cuando se disponía ir de caza en busca del ansiado alimento; los “Camanayes” observaron lo que iban a realizar y no dudaron un instante y empezaron a pescar las más riquísima variedad de peces y mariscos, y con mucha habilidad y destreza “Zambullian” y “zambullían” sacando en sus grandes picos del fondo del mar, las más ricas variedades de peces en sus lenguados, pejerreyes, negrillos y vivitas corvinas que acarreaban a la orilla en sus fuertes picos, y ofrecían cerca de los invitados y soltaban a la arena brindándole las mejores especies a los pies de tan ilustre visitante.
-¡Observe, soberano Inca!-
¡¡¡comida..!!!
Exclamó uno de los miembros de su séquito.
-!Es verdad,!
-son unas aves muy inteligentes, generosas y hospitalarias-
Contestó Inca Roca…
-¡ Miren ! ahora nos traen agua del rió en sus picos y las llenan en conchas marinas-
Expresó Inca Roca, asombrado en lo que observaba.
Mientras nuestros amiguitos pescaban; los guerreros se organizaron rápidamente y colaboraron recogieron leña seca del alrededor de la playa para preparar el fuego y cocinar los ricos pescados y mariscos.
Con sus picos los “Camanayes” desastillaban las “machas” y preparaban ricos ceviches; en hojas de plátanos, preparaban y envolvían los pescados que eran fritos por los visitantes. Después de unos minutos, la comida se encontraba lista para ser saboreada, y el Inca dio inicio a tan grandioso banquete, no sin antes invitar a su gente y a la bandada de “Camanayes” quienes muy gustosa aceptaron compartir el suculento alimento.
Luego de un placentero y obligado reposo y llegada ya la tarde; entendieron que era ya la hora de continuar su camino más hacia el sur.
Restablecidos todos, Inca Roca organizó a su gente y cuando se acercaron a despedirse de sus amiguitos… Los “Camanayes” demostrando ser muy buenos anfitriones pidieron acompañar a Inca Roca (quien aceptó gustoso) hasta el límite de sus tierras para despedirlo. Decenas de las aves se juntaron y formaron una nube para que sirviese de sombra y el sol no les queme la piel al Inca y su gente.
El viaje se reanudó por la orilla del mar hacia el sur. Después de unas horas, cuando el sol comenzaba a ocultarse los “Camanayes” decidieron regresar a casa, en ese instante el Inca y su gente se detuvieron también cerca de la playa de “Hornillos” y reflejando una sonrisa de satisfacción y agradecimiento; el Inca les dijo con voz franca:
_¡Amigos! ustedes son unos animalitos muy hospitalarios y atienden
muy bien a los visitantes, cuidaron y escoltaron a mis hombres y a mi,
como nadie los hubiera hecho en todo el tahuantinsuyo, también
observo, que nos despiden de la mejor manera... y tratando de acariciar a los más cercanos, les dijo:
-¡amiguitos!!!-
Mi padre, Capac Yupanqui, Soberano “Hijo del Sol” me ordenó fundar algunos pueblos del Tahuantinsuyo, hoy tengo el gran privilegio de hacerlo aquí…¡en este mismo momento!!
Después de un breve silencio, Inca Roca con el cuerpo erguido y su varita de mando en sus manos, la elevó hacia arriba y observando hacia el mar; hundió la varita en la playa, muy emocionado exclamó estas célebres palabras:
¡Oh!, Dios sol, Madre Luna, Soberano Inca Capac Yupanqui, padre mió, En tu nombre desde este día, su vallecito que ya es nuestro llevará como nombre “Camaná”; a la memoria de ustedes ¡ amiguitos!
“Camaná, tierra Noble y Hospitalaria”- Así será recordada…
…Y procedió hundir la varita en la orilla de la playa a la vez que se inclinaba rindiendo tributo y honores a las orgullosas aves.
Deslumbrados emotivamente por tal distinción; los nobles “Camanayes” agradecieron también al Inca y su gente la visita, y con alegres “aleteos” y sonidos que emitían de sus picos; llenos de júbilo, manifestaron sus emociones; mientras cientos de aves marinas contemplaban aquél momento inolvidable. Antes de irse, el Inca concluyó con estas últimas palabras:
-¡Amiguitos!-
--muy pronto enviaré algunas familias a este fecundo valle y lo pueblen-
-Estoy seguros que ustedes atenderán a mis hombres; como si fuera yo mismo-
-¡¡¡Adiós amiguitos!!!-
-sean siempre así; alegres y felices con sus visitantes-
-¡ los extrañaremos mucho..!-
Así; los ilustres visitantes continuaron su largo viaje sabiendo que en sus corazones y mentes jamás olvidaría a aquellos simpáticos animalitos .
Poco a poco los “Camanayes” se fueron perdiendo a la distancia.
Ya muy tarde; cuando el sol se escondía sus luces por el horizonte y la luna dejaba ver sus luminosos rayos, como faro de la noche. Una bandada de aves orgullosas con alegres sonidos regresaban a su descanso habitual luego de haber cumplido en atender a quien sería unos años después Inca Roca se convertiría en el soberano monarca al fallecer su padre el Inca Capac Yupanqui.
Un nuevo amanecer se abriría resplandeciente en este hermoso vallecito, minúsculo en extensión si; pero de corazón muy grande en su gente en donde a través de los años han escrito momentos de gloria en páginas de la historia de un lindo valle llamado “Camaná”.
FIN.
Creación de :Percy Gallegos Melgar.
“El camanay”
El Camanay, es un pájaro que existía en el litoral peruano en las costas del sur del pacífico.
Se caracterizaba por ser de regular tamaño, muy parecido al guanay.
Llamado pelícano, piquero o camanay. Habitan islas tropicales y subtropicales de todo el planeta.
Se alimentan de peces y anidan en grandes colonias cerca de la costa.
Su color es pardo o castaño oscuro con abdomen blanco y alas listadas; mide unos 75 cm.
El camanay es muy apreciado por el guano que produce, puesto que se aprovecha como fertilizante. Esta especie ha visto reducir su número.
A los alcatraces o piqueros puede vérseles a grandes distancias de la costa del norte del Perú, y en California (EE.UU.)
Esta especie está en extinción.