domingo, 23 de octubre de 2011

LEYENDA DE LOS CAMANAES.

                                                         LOS CAMANAES
Cuenta la historia que en nuestra querida Camaná, existía hace muchos años un sin fin de aves que vivían muy cómodamente al no faltarles el alimento diario, gracias a las bondades de la naturaleza que extendió en este vallecito hermoso el verdor, la fauna y abundante agua en sus ríos que descansan en su esplendoroso mar.
En aquél entonces vivía un pájaro muy parecido al pelícano común, pero de pico más corto y de color pardo; este pájaro llamado “Camanay” por los naturales; vivió por mucho años en la costa de nuestro litoral.
Un día; el Inca Capac Yupanqui hizo su aparición por estas tierras acompañado de su séquito y guerreros en una visita que realizaba por las costas; del sur haciendo reconocimiento de sus dominios, y al observar el Inca la belleza y tranquilidad del valle, dijo a su gente:

-¡Esperen!... descansaremos aquí; este lugar es muy hermoso y acogedor.
Tal decisión causó agrado a su gente que uno de sus guerreros reincorporándose al cansancio y empuñando su arma, la levantó por los aires a la vez que exclamó emocionado.

_¡Viva el Inca Capac Yupanqui !-

Y toda su gente contestaron

a viva voz llenos de júbilo.

-¡Larga vida al Inca!-

-¡Que viva el Inca!-

¡¡¡ Qué vivaaa !!!

-Esperaremos que caiga el sol y continuaremos-
contestó el Inca muy sereno.
Caminaron un trayecto corto para explorar el lugar y al observar el mar; quedaron fascinados por su belleza y decidieron allí acampar.
Muy cansado el Inca por el calor que hacia y al sentirse atraído por la hermosura de la playa, no dudó refrescarse en ella y se introdujo al mar ante la mirada de diferentes avecillas que curiosamente se acercaban para admirar tan ilustre visitante.
La curiosidad era grande para todos los animales; allí se alimentaban las gaviotas dejaron de pescar y bajaban del cielo para nadar cerca del Inca, lo propio hacían los lobos marinos y otras avecillas que revoloteaban alrededor, también “Las machas” y un sinnúmeros de mariscos se abría como alfombras cuando el Inca caminaba sobre la arena.

Algunos personajes de su séquito y guerreros; (quienes también disfrutaban del mar) lo escoltaban evitando la cercanía de los animalitos y no sea molestado el Inca.

Viendo todo esto a una cierta distancia; una manada de decenas de “ Camanaes”, (comandados por un líder), se acercaron y con sonidos que emitían de sus picos, pidieron a los demás animales (con mucho respeto), que no incomodaran al Inca; procediendo los animalitos a obedecer retirándose a unos metros de distancia. Al observar el gesto oportuno de los “Camanay”, el Inca levantando la mano y esbozando una sonrisa agradeció a los atentos y oportunos animalitos.

Toda la mañana disfrutaron de la frescura y del vaivén de “los tumbos” del mar que entraban y salían sin descanso y con sus blancas y espumosas olas acariciaban a aquellos hombres que parecían Dioses.

Los rayos del astro rey caían con vehemencia contrastando la escena del delicioso líquido, que refrescaba del calor al Inca disipando su cansancio.

Las horas pasaron rápidamente y el Inca afligido por el hambre.

dijo a su séquito:

-¡Tengo hambre y sed…!

busquen alimento…!

¡Así será..!
Contestó el más viejo de su séquito; y comunicaron a los guerreros.
Al recibir la orden; los guerreros salieron del líquido elemento, cogieron sus armas y cuando se disponía ir de caza en busca del ansiado alimento; los “Camanay” al observa lo que ibas a realizar; no dudaron un instante y empezaron a pescar las más riquísima variedad de peces y mariscos, y con mucha habilidad y destreza “Zambullian” y “zambullían” sacando del fondo del mar, los más ricos lenguados, pejerreyes, negrillos y vivitas corvinas que acarreaban a la orilla en sus fuertes picos, y los ponían cerca al Inca y soltaban a la arena brindándole las mejores especies a los pies de tan ilustre visitante.

-¡Observe, soberano Inca!-

¡comida..!

Exclamó el hombre

más viejo de su séquito.

-!Es verdad,!

-son unas aves muy inteligentes, generosas y hospitalarias-

Contestó el Inca…

-¡ miren ! nos traen agua del rió en sus picos y las llenan en las conchas marinas-

Expresó El Inca, asombrado lo que observaba.

Mientras nuestros amiguitos pescaban, los guerreros se organizaron rápidamente y recogían leña seca del alrededor de la playa para preparar el fuego y cocinar los ricos pescados y mariscos.

Poco después la comida se encontraba lista para ser saboreada, y el Inca dio inicio a tan grandioso banquete, no sin antes invitar a su gente y a la bandada de “Camanay” quienes muy gustosa aceptaron compartir el suculento alimento.

Luego de un placentero y obligado reposo, llegada ya la tarde; entendieron que era ya la hora de continuar su camino más hacia el sur.

Restablecidos todos, El Inca organizó a su gente y cuando se acercaron a despedirse de sus amiguitos… Los amigos “Camanay” demostrando ser muy buenos anfitriones pidieron acompañar al Inca (quien aceptó gustoso) hasta el límite de sus tierras para despedirlo. Decenas de las aves se juntaron formando una nube para que sirviese de sombra y el sol no les queme la piel al Inca y su gente.

El viaje se reanudó por la orilla del mar hacia el sur. Después de unas horas, cuando
el sol comenzaba a ocultarse los “Camanay” decidieron regresar a casa, en ese instante el Inca y su gente se detuvieron también cerca de la playa de “Hornillos” y reflejando una sonrisa de satisfacción y agradecimiento; el Inca les dijo con voz franca:

_¡Amigos! ustedes son unos animalitos muy hospitalarios y atienden

muy bien a los visitantes, cuidaron y escoltaron a mi y mis hombres como nadie los hubiera hecho en todo el tahuantinsuyo, también observo, que nos despiden de la mejor manera. Y tratando de acariciar a los más cercanos, les dijo:

-¡amiguitos!!!-

-Siempre ustedes serán será recordado por todos nosotros Después de un breve silencio, el Inca Capac Yupanqui con el cuerpo erguido; levantó su varita de mando con sus manos hacia arriba y observando hacia el mar; hundió la varita en la playa.
concluyó el acto muy emocionado musicando estas célebres palabras:

-Desde este día, el valle llevará como nombre

“Camaná” a la memoria de Uds. amiguitos.
“Camaná, tierra noble y hospitalaria” .-

…Y procedió hundiendo la varita en la orilla de la playa a la vez que se inclinaba rindiendo tributo y honores a las orgullosas aves.

Deslumbrados emotivamente por tal distinción; los nobles “Camanay” agradecieron también al Inca y su gente la visita, y con alegres “aleteos” y sonidos que emitían de sus picos; llenos de júbilo, mientras cientos de aves marinas contemplaban aquél momento inolvidable. Y antes de irse, el Inca concluyó con estas últimas palabras:

-¡Amiguitos!-

--muy pronto enviaré algunas familias
a este fecundo valle y lo pueblen-

-Estoy seguros que ustedes atenderán a mis

hombres; como si fuera yo mismo-

-¡Adiós amiguitos!-

-sean siempre así; alegres y felices con sus visitantes-

-¡ los extrañaremos mucho..!-

Y así; los ilustres visitantes continuaron su largo viaje sabiendo que en sus corazones y mentes jamás olvidaría a aquellos simpáticos animalitos que fueron muy afectuosos
que se asentaron en nuestras tierras .

Poco a poco se fueron perdiendo los “Camanay” a la distancia.

Y así; los ilustres visitantes continuaron su viaje sabiendo en su mente y corazones jamás olvidaría a aquellos animalitos que se asentaron en estas tierras .

Ya muy tarde; cuando el sol se escondía por el horizonte y la luna dejaba ver sus luminosos rayos, como faro de la noche. Una bandada de aves orgullosas con alegres sonidos regresaban a su descanso habitual.

Desde ese momento serían recordados en un nuevo amanecer que se abriría resplandeciente, escritas en páginas de la historia de un lindo valle llamado “Camaná”.
FIN.
Creación de: Percy Gallegos Melgar.

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